8 Yahveh te devuelva toda la sangre de la casa de Saúl, cuyo reino
usurpaste. Así Yahveh ha entregado tu reino en manos de Absalón tu hijo.
Has caído en tu propia maldad, porque eres un hombre sanguinario.»
9 Abisay, hijo de Sarvia, dijo al rey: «¿Por qué ha de maldecir
este
perro muerto a mi señor el rey? Voy ahora mismo y le corto la cabeza.»
10 Respondió el rey: «¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia?
Deja que maldiga, pues si Yahveh le ha dicho: “Maldice a David” ¿quién le
puede decir: «Por qué haces esto?»
11 Y añadió David a Abisay y a todos sus siervos: «Mirad, mi hijo,
salido de mis entrañas, busca mi muerte, pues ¿cuánto más ahora un
benjaminita? Dejadle que maldiga, pues se lo ha mandado Yahveh.
12 Acaso Yahveh mire mi aflicción y me devuelva Yahveh bien por
las maldiciones de este día.»
13 Y David y sus hombres prosiguieron su camino, mientras Semeí
marchaba por el flanco de la montaña, paralelo a él; iba maldiciendo,
tirando piedras y arrojando polvo.
14 El rey y todo el pueblo que iba con él, llegaron extenuados a... y
allí tomaron aliento.
15 Absalón y todos hombres de Israel entraron en Jerusalén; Ajitófel
estaba con él.